04 septiembre 2006

Quizá sea un tema tan viejo como el propio hombre, pero no he podido evitar seguir un sabio consejo para elaborar una teoría conjunta que explique, o al menos lo intente, el por qué de la infidelidad continuada de una persona. Hablando en plata, ¿por qué la gente tiene amantes?

El motivo que me ha impulsado a especular sobre esto fue un comentario que tuve la mala fortuna de escuchar (chica tradicional, pienso que las infidelidades deben mantenerse en el seno de la pareja, aunque tengan lugar fuera de ella) y experiencias de conocidos que me han dejado, en más de una ocasión, realmente atónita. La primera idea que se me viene a la cabeza es la edad. La impresión que tengo es de que la infidelidad continuada es algo que sucede tras varios años de relación en los que es posible perder la pasión/llama/ilusión. Sin embargo, lejos de que circule por sus cerebros la sana conclusión de abandonar lo que ya no tiene significado, prefieren continuar con su rutina amorosa y explorar nuevos terrenos en busca de lo que perdieron en su patria. De lo que deduzco que la gente infiel es de naturaleza cobarde. Es muy cómodo ser un hijo/a de mala madre y mantener a tu pareja en casa mientras tú andas de picaflores por ahí. Cómodo y cobarde, desconsiderado y cruel. Porque aquí no vale lo de "ojos que no ven, corazón que no siente". Puede que los ojos no vean, pero el corazón siente un olor ajeno, un tufillo a traición impregnado en la ropa. Definitivamente, cobardía.

Otra de las características típicas del infiel es la despreocupación. Aunque en la mayoría de los casos se trata de infieles reincidentes. En el momento en que ven que les ha salido bien la primera vez, la primera cita o el primer beso impúdico, deciden publicarlo a los cuatro vientos, como si a sus allegados les interesara conocer la verdadera naturaleza de quien creían hasta ese momento honrado. Pierden cuidado y precaución, pero pareja a la indiscreción corre la buena suerte. Es increíble cómo son capaces de sobrevivir en una mentira, de engañar no sólo a su chico/a, sino a sí mismos.

Seré una antigua a la hora de las relaciones, pero siempre he creído que si quieres estar con alguien, debe primar por encima de todo la sinceridad. Es difícil a veces y el miedo a perderlo todo y equivocarse puede llegar a atenazar el sentido común, pero aun así, si todavía queda un mínimo de amor por una persona, la mentira es de la peor forma en la que le puedes corresponder.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Posteando a la una de la mañana... Y luego que tienes sueño, eh? Ya ya ya...

Pues yo creo que no sólo debe primar la sinceridad, sino también la confianza. Porque a veces el olor no está en la ropa, sino en la nariz de tu pareja, y eso tampoco es sano.