28 septiembre 2006

¿Siropearás las salchichas, colega?

Bart Simpson a Homer.

27 septiembre 2006

Ondula suave la noche y las nubes como algodón de azúcar. Paladeo el sabor dulce del aire impregnado de su aroma. Un parpadeo capaz de cambiar la visión de una pupila temerosa, el sentimiento desgarrado cosido a puntadas de paciencia. Resbala la mano por la espalda húmeda exudando fatiga, demasiado largo el camino dejado tras ella y más aún el que todavía no se divisa. La palabra queda, sorda, cauta por precaver un sobresalto, resuena susurrante en el oído, deleita la imaginación y convierte en realidad el sueño del subconsciente.

Un momento apenas, capaz de cambiar la corriente marina. Un barco que sortea la fosa donde su brújula apuntaba, brúscamente virado hasta que retoma la vertical. Merece la pena soportar el esfuerzo de la inercia por encontrar un camino lejos del abismo, sentir la tibieza de la brisa inesperada que marca un nuevo destino hacia una playa desconocida pero no por ello ignorada, el alivio vislumbrar el tímido nacimiento de un horizonte firme sobre las olas encrespadas. Y recostarte sobre esa manta de tranquilidad tras el largo viaje, la jornada cansada que con la noche se llevará la desesperanza y la impaciencia lejos de estas costas.

Lejos de nosotros.

26 septiembre 2006

Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado.

Napoleón

Me esfuerzo, intento dominar mi carácter. Pero lo único que consigo es tragarme las cosas en lugar de explotar y gritar a la cara lo que me molesta.
Supongo que no tengo razón.

Quince meses, se dice pronto y como tal han pasado, apenas el deslizar de una hoja en una corriente de aire caliente, igual de suave y de desapercibido ha pasado el tiempo. Una primera mirada cruzada, timidez errabunda entre los ojos de ambos que no terminó de romper en esas tres horas que volaron por vórtices desconocidos hasta ese momento.

Las semanas se han sucedido y con ellas los acontecimientos más o menos importantes o a los que se ha dado mayor o menor constancia.

Hoy es el primer día especial de los tres en los que nos condensamos.

22 septiembre 2006

¡Pingüinín!

pingüinín

Esta es una clara estampa familiar. El pingüinillo de la derecha es el hermano gamberro, el que siempre está haciendo el tonto y dice algo como "¡Mira cómo vuelo!". El que está en el medio y es más pequeño le mira con una mezcla de admiración y estupefacción, pensando "Somos aves con alas subdesarrolladas...". El de la izquierda del pequeño piensa "ZzZzZz...." y finalmente, el de la izquierda del todo es el típico hermano pasota que no hace ni caso a los demás y se preocupa sólo por quedar bien chulo en la foto.

¡Real como la vida misma!

21 septiembre 2006

La estupidez humana es un tema sobre el que cualquiera podría explayarse hasta extraer conclusiones avergonzantes sobre el resto de sus congéneres. Pero en mí, he de reconocer que alcanza límites insospechables. Abandono el camino del respeto y la educación para proferir insultos a la única persona de mi vida que me comprende, quiere y respeta por cómo soy, no por lo que hago o por lo que valgo. Cuando pierdo los nervios y con ellos la poca paciencia que tengo, descubro mi peor lado y con él, las malas maneras y los reproches.

Pero luego me hundo, me doy cuenta del daño tan injustificado que he podido hacer y de cuán poco esa persona se merece mis puñales, y pido disculpas, perdón y derramo lágrimas arrepentidas. Pero lo peor (o lo mejor) es ese "tranquila, no pasa nada", ese abrazo, ese beso que me hace darme cuenta que lo especial que es, de cuánto lo necesito junto a mí y de la buena persona que tengo a mi lado.

Es por eso que quiero disculparme y agradecerle, a partes iguales, tanto que perdone mis meteduras de pata como reconocer la paciencia y cariño con los que me trata. Quizá no se lo diga todo lo amenudo que debería, pero él sabe lo que hay en mi interior.

13 septiembre 2006

Odio la hipocresía. Básicamente porque me rijo por las normas de la sinceridad más visceral y cometo la absurda y utópica equivocación propia del idealismo adolescente que todavía se alimenta en mis entrañas de creer que aquellos que me rodean sienten la misma necesidad que yo de cubrir sus actos con un velo de honestidad. Prefieren predicar con el ejemplo ajeno y escupir su saliva farisea sobre la dignidad de los que todavía creen que se puede vivir en este mundo sin cambiarse la máscara cada veinte minutos en función de la función que se interprete. Cada una de esas máscaras se les pega a la piel, y con cada puesta en escena se les desgarra el rostro hasta que llega el día en que no tienen más cara que la que decidan ponerse esa mañana. Son incapaces de mirarse al espejo sólo por no ver su propio interior devolviéndoles el guiño.

Porque sólo los más cobardes apuñalan por la espalda, regalan tu oído para conseguir el atenuante de tu confianza y el agravante de tu sinceridad. Reciben lo que jamás darán y se alimentan de ello, destruyendo esa visión que tenías del mundo en el que nadie podría hacerte daño simplemente por el placer de sentirse mejor que tú. Cuán erronea es esa concepción de la vida y cuántos habremos penado por no dejar que nos la pisen.

07 septiembre 2006

I'll wait my turn
to tear inside you,
watch you burn.
I'll wait my time,
I'll wait my turn.

04 septiembre 2006

Vamos a por la tercera entrega de ejemplares de corral...

Directamente desde la granja más prestigiosa, tenemos a... ¡Gertrudis, la gallina heavy!

gallinita_mala

Quizá sea un tema tan viejo como el propio hombre, pero no he podido evitar seguir un sabio consejo para elaborar una teoría conjunta que explique, o al menos lo intente, el por qué de la infidelidad continuada de una persona. Hablando en plata, ¿por qué la gente tiene amantes?

El motivo que me ha impulsado a especular sobre esto fue un comentario que tuve la mala fortuna de escuchar (chica tradicional, pienso que las infidelidades deben mantenerse en el seno de la pareja, aunque tengan lugar fuera de ella) y experiencias de conocidos que me han dejado, en más de una ocasión, realmente atónita. La primera idea que se me viene a la cabeza es la edad. La impresión que tengo es de que la infidelidad continuada es algo que sucede tras varios años de relación en los que es posible perder la pasión/llama/ilusión. Sin embargo, lejos de que circule por sus cerebros la sana conclusión de abandonar lo que ya no tiene significado, prefieren continuar con su rutina amorosa y explorar nuevos terrenos en busca de lo que perdieron en su patria. De lo que deduzco que la gente infiel es de naturaleza cobarde. Es muy cómodo ser un hijo/a de mala madre y mantener a tu pareja en casa mientras tú andas de picaflores por ahí. Cómodo y cobarde, desconsiderado y cruel. Porque aquí no vale lo de "ojos que no ven, corazón que no siente". Puede que los ojos no vean, pero el corazón siente un olor ajeno, un tufillo a traición impregnado en la ropa. Definitivamente, cobardía.

Otra de las características típicas del infiel es la despreocupación. Aunque en la mayoría de los casos se trata de infieles reincidentes. En el momento en que ven que les ha salido bien la primera vez, la primera cita o el primer beso impúdico, deciden publicarlo a los cuatro vientos, como si a sus allegados les interesara conocer la verdadera naturaleza de quien creían hasta ese momento honrado. Pierden cuidado y precaución, pero pareja a la indiscreción corre la buena suerte. Es increíble cómo son capaces de sobrevivir en una mentira, de engañar no sólo a su chico/a, sino a sí mismos.

Seré una antigua a la hora de las relaciones, pero siempre he creído que si quieres estar con alguien, debe primar por encima de todo la sinceridad. Es difícil a veces y el miedo a perderlo todo y equivocarse puede llegar a atenazar el sentido común, pero aun así, si todavía queda un mínimo de amor por una persona, la mentira es de la peor forma en la que le puedes corresponder.