Te rebelas contra lo inevitable, contra la autoridad de un destino injusto. Intentas derrotar un enemigo futuro que ya se cierne sobre ti, creyendo que aunque tras de él sólo quedan ya las huellas de tu muerte, podrás vencerlo pese a que todo se conjuga en tu contra.
Y precisamente porque ves todo negro, luchas todavía con más ahínco, no aceptas que otros decidan por ti, personas, entes o astros. Nadie rige ni tu vida ni tu muerte, ni tus decisiones ni tus errores. Cuando estás al límite, en lugar de rendirte y dejarte llevar, haces un último esfuerzo para morder la mano que te guía en dirección contraria a la de tus deseos. Y gritas un "NO" airado fruto de la terquedad humana, te limpias las lágrimas y el sudor y sigues adelante.
Porque no me rendiré por mucho que me empujen hacia atrás.
30 octubre 2006
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