09 octubre 2006

Hay actos que tienen lugar sin que nosotros mismos no sepamos ni su razón de ser ni por qué los hemos realizado. Estos actos obedecen a un propósito mayor y conforman una base sobre la que otros irán construyendo otros actos sin sentido que terminarán culminando en un todo que sí tendrá sentido.

Esta pequeña reflexión viene a cuento de una canción que he retomado esta mañana y que comentaba con mi comentador anónimo. Hallelujah fue compuesta por Leonard Cohen e interpretada por el mismo en un original un poco... peculiar. Personalmente no he conseguido escucharla entera, con lo que quizá mi idea sea sólo aproximada, pero después de escuchar prácticamente en bucle la versión de Jeff Buckley he descubierto que Leonard Cohen realizó uno de esos actos a los que me refería al componer esta canción. La creación, los arreglos, la interpretación, la grabación, la difusión, todo el proceso de la obra no fue más que una escalera a la que subió este gran cantante para darle la maravillosa forma final que tiene su aleluya.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Venia escuchando el disco, basado en el libro "El hombre que plantaba árboles" y me acorde de este post sobre los hechos que obedecen a un proposito superior.

http://www.uyweb.com.uy/El%20hombre%20que%20plantaba%20%C3%A1rboles.htm