09 octubre 2006

Si hay algo en mí que nunca cambiará y posiblemente me cause más de un problema y más de dos es mi curiosidad por la vida. Por lo que me rodea, incluso por lo que está a mi alrededor sin que yo lo demande. Hoy sin más una de estas situaciones de las que la gente te hace partícipe sin que tú lo pidas ha tocado mi imaginación y mis sentidos.

Caminando cerca de un parque, una chica (quizá rondando la treintena) dejaba caer con furia una banda larga, de varios metros, de color blanco, en el suelo, y gritaba a un personaje indeterminado "aquí tienes para limpiarte, drogadicto, putero, escoria...". No son la clase de calificativos que aplicas a alguien que te es indiferente, por lo que mi curiosidad abandonó el aparente monólogo de la mujer y buscó en la plazoleta desierta al destinatario de tales palabras. Y no erré en mis especulaciones, ahí estaba un hombre con la mirada, la cabeza y supongo su ánimo más gachos que la suela del zapato, caminando, dando un rodeo anestesiante, hacia el que parecía su destino hecho fémina. La tardanza en llegar hasta ella fue la justa para que se montara en su coche e ignorando los gritos del motor suplicando la segunda y que cerrara correctamente la puerta del copiloto, acelerara por la calle por la que yo caminaba hasta perderse en una curva.

Eso no fue más que un instante de la vida de estas dos personas, pero cuatro palabras hacen adivinar mucho más de lo que ellos creen dejar traslucir. Seguramente esa lengua que ahora manchaba el ánimo del que compartió más de una noche otrora acariciara cuanto sentimiento lo tuviera a él por objeto. No pude evitar mirar esa puerta traquetante contra el quicio como un resquicio de esperanza igual de traqueteante. Un sitio por el que volver a entrar a una vida que posiblemente esté más hecha pedazos que antes de conocerlo y que ahora ha perdido el rumbo.

Soy terriblemente curiosa y la imaginación me pierde.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El mundo esta lleno de señales que te recuerdan la fragilidad del ser humano. Puedes perder la voluntad y ser una marioneta de una planta. Puedes perder tu destino siguiendo a una marioneta sin voluntad propia. Es facil perderte en la vida cuando andas mirando a tu lado y no al frente.