15 febrero 2007

El mito de Aracné



Aracné nació con una habilidad pasmosa: su capacidad para tejer y bordar era tal que todos la admiraban y le decían discípula de Atenea. Pero este don tenía su contrapartida, y es que la joven era terriblemente orgullosa e incapaz de asumir que su dote tuviera algo que ver con la diosa, de manera que en un arranque de insolencia, la desafió a tejer mejor que ella.

Atenea, tras trata de advertirla de diversas maneras, pero harta de la impertinencia de Aracné, decidió competir con ella, creando un maravilloso tapiz en el que aparecían los grandes dioses del Olimpo. Aracné, en cambio, tejió los desamores que estos dioses habían padecido, y Atenea, presa de su cólera, rompió la obra de la joven y la humilló.

Aracné, con su orgullo y su soberbia destrozados, decidió ahorcarse; pero la diosa impidió su muerte convirtiéndola en araña, destinándola a tejer su tela eternamente.

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