La tragedia de Luis XVII
Si bien la Revolución Francesa fue inspirada por la injusticia del absolutismo y las ideas ilustradas de Rousseau o Montesquieu, el posterior Reinado del Terror dio al traste con los ideales de los derechos humanos y la fraternidad entre ciudadanos.
El delfín Louis Charles, que contaba con cuatro años cuando la revolución estalló, fue separado de su madre y hermana con sólo ocho años, en 1793, justo después de que su padre fuera ajusticiado y él fuera proclamado rey por los leales a la corona que acababa de perder la cabeza que la sostenía. Durante el encarcelamiento de la familia real en la cárcel del Temple, Louis permaneció aislado solo, en una celda un piso por debajo de la de su hermana Marie Thérèse, sin contacto alguno. El tratamiento que le aplicaron constaba de palizas entre las cuales le obligaban a beber alcohol y a gritar proclamas contra sus padres y contra la monarquía. Fue aleccionado para odiar todo lo que odiaban los revolucionarios, su propia sangre.
La muerte oficial fue tuberculosis cuando apenas alcanzaba la decena de edad, pero su cuerpo estaba lleno de tumores y heridas, tal y como informó la posterior autopsia. Su corazón fue preservado, pero su cuerpo se enterró en una fosa común. No obstante, tuvo su pequeño lugar en la historia, como Luís XVII.
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